Entro dentro del hospital, se notaba el ambiente distinto, ese ambiente de desilusión y de ganas de salir de allí. Preguntó por la habitación de su chico, la habitación veinte de la tercera planta. Mientras subía en el ascensor, notó una sensación de que algo no iba bien. Intentó ignorarlo y seguir con el camino a la felicidad. Salió del ascensor y a unos pocos metros estaba la habitación. Pero se encontró una situación que jamás se imaginaría, allí estaba a su lado, durmiendo juntos. No pudo entrar dentro, la presión en el pecho la aprisionaba. Cómo podía haberlo hecho otra vez y con esa chica, era un miserable. De repente, Patricia se desplomó, los médicos acudieron a por ella, la había dado un ataque de nervios. Mientras la subían a la camilla para llevarla a una habitación, Alan desde la cama, por el espacio de la puerta vio el momento, la había perdido para siempre. Esta vez Patricia se había hundido, había caído en ese amor que no funciona, que hace daño, que no es real, directamente es una mentira.
Nadie conocía lo sucedido, solamente sus padres, a lo que llamaron a prisa los médicos. Laura y yo llegaríamos pronto a la estación, y encontraríamos a Patricia en uno de los peores momentos.
Ya estábamos allí, en la estación que nos dejó marchar, esa estación que nos traía algunos recuerdos. Allí estaba esperándola, con un ramo de rosas rojas y con una nota. Ella nada más verlo, tiró todo al suelo y corrió a sus brazos, un fuerte abrazo hizo que cayeran los dos al suelo. Parecía una instantánea de una película, pero era real. No quería estropear el momento, por lo que me fui con mis padres a casa, estaba bastante cansada del trayecto. Mientras iba en el coche, llamé a Patricia para decirla que habíamos llegado, pero nada, después de varias llamadas no me lo cogía. Seguramente estaría aprovechando el tiempo con Alan. Sin embargo, Laura y Ruben, después de dejar la estación fueron a dejar las maletas de ella a su casa y después a merendar. Ella tomaba un batido de chocolate y él uno de vainilla, mientras se hacían carantoñas de tortolitos enamorados. Después de ese momento romántico dieron un paseo, un paseo que acabó en un parque, sentados en un banco, besándose. Pero de repente recibió un mensaje, era de la madre de Patricia, que extraño. No era una buena noticia, Patricia estaba hospitalizada, la había dado un ataque de nervios.
Rápido me llamó, y me contó lo poco que sabía. Las dos sabíamos lo que teníamos que hacer, pero también que este momento iba a cambiar todo.
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